MONUMENTO AL EMIGRANTE

              MONUMENTO AL EMIGRANTE EN NEGREIRA.
                     La emigración como fenómeno universal.

       El monumento al emigrante en  la Villa de Negreira (A Coruña) es obra de Fernando García Blanco realizada en bronce en 1997. El monumento, de un realismo sobrecogedor, representa un hombre que abandona su hogar buscando para él y los suyos una prosperidad que no encontró en el terruño que abandona. Un chaval de pocos años asoma por una ventana y agarra con fuerza  la pernera del pantalón en un intento desesperado  de retener al padre que se va en busca de trabajo y fortuna.  Al otro lado del muro, que representa el hogar, una mujer en actitud de resignada esperanza, acuna a un niño de corta edad. El grupo es un canto doloroso, no solo para los gallegos, donde la emigración ha sido tan intensa, sino también para todos aquellos pueblos y paisanos que se vieron obligados a abandonar sus tierras y hogares por idénticas causas.

        La emigración ha tenido un papel importante en la evolución desde los mismos orígenes del género humano. Una primera salida de África de Homo erectus hace unos 2 millones de años, puede considerarse como la primera emigración desde que el hombre es hombre. A partir de entonces los seres humanos ya no han cesado de moverse y así, simbolizado en el globo terráqueo que corona el monumento nicrariense, migraciones bíblicas, invasiones bárbaras o poblamientos históricos de variada naturaleza, hicieron que razas y pueblos cambiaran de lugar, ora forzados por el empobrecimiento o deterioro de su hábitat o bien persiguiendo la eterna tierra de promisión. Homo sapiens ha logrado asentarse y colonizar todas las regiones habitables del planeta Tierra.

         Pero la emigración, individual o colectiva, tiene, además, otros varios aspectos. Por un lado, la propia naturaleza del emigrante y su entorno causados por circunstancias sociales, culturales o familiares que fuerzan el penoso y triste abandono del hogar. Por otro lado, la fortuna de aquellos lugares que, gracias a una intensa y sostenida inmigración, surgieron de la nada como naciones de gran prosperidad y riqueza aunque carentes por completo de patrimonio histórico o cultural. En el lado negativo, no habrá de olvidarse que desde 1492, cuando navegantes españoles en busca de las ansiadas Especierías, se tropezaron con un nuevo continente, se produjeron los mayores trasvases de la historia que trajo como consecuencia la devastación de otros pueblos y culturas practicamente aniquiladas por la esclavitud y mermados por la introducción de enfermedades desconocidas. Se calcula que entre mediados del siglo XVI y principios del XX, más de 80 millones de europeos se establecieron en los nuevos países de las tierras colonizadas.

 

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