Este Monasterio ha sido considerado como la Cuna de Castilla y uno de los cenobios más impresionantes de la Castilla condal. La iglesia, hoy en ruinas, tenía tres naves y tres ábsides semicirculares en la cabecera que destacan entre las ruinas, así como la torre levantada a fines del siglo XII. También se conserva parte del claustro, la sala capitular y el óculo. Hay otras piezas, además de la portada, de las que el monasterio fue despojado. El sepulcro, de gran belleza, de los condes Fernán González (su fundador) y Doña Sancha,  fue trasladado a la catedral de Burgos.

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