2- Los primeros restos. Grupo
Ardipithecus.
Está prácticamente confirmado que
nuestros primeros antepasados surgieron en África. No es difícil suponer
que, tal vez debido a alguna modificación genética, un remoto primate
africano comenzó un lento proceso evolutivo que lo separó de la línea
evolutiva del género Pan (cimpancé común y bonobos).
Este suceso pudo haber tenido lugar hace unos 7 MA (millones de años)
según datos basados en la técnica del reloj molecular, técnica con la
que puede deducirse el tiempo pasado al comparar diferencias entre
secuencias de DNA entre dos especies.
En 2002 se dio a conocer un
ejemplar de homínido, cuyos restos fósiles fueron encontrados por un
equipo internacional de paleontólogos encabezado por
Michel Brunet de la
Universidad de Poitiers, en el norte de Chad, en África central, datados
precisamente en 6-7 MA de antigüedad, retrasando hasta el Mioceno
superior la edad del homínido más antiguo conocido hasta entonces. De
este ejemplar se han descrito nueve especímenes que incluyen un cráneo,
partes de una mandíbula y algunos dientes. La especie fue denominada
Sahelanthropus tchadensis,
recibiendo el nombre popular de ToumaЇ. Con una altura de
poco más de un metro y un volumen craneal similar al del chimpancé, este
Adán vivió, en lo que hoy es un ardiente desierto, a orillas de una gran
lago en cuyas riberas había abundancia de bosques de galería y sabana
pobladas por numerosas especies de animales. Si nos tropezásemos con él
andando por la calle, pensaríamos que se trataría de un mono escapado de
algún zoológico. No obstante, ciertos detalles, como la posición del
foramen
magnum y distinta morfología dentaria,
indican que ToumaЇ
presenta rasgos que muestran claras diferencias con el resto de los
otros monos de la familia de los homínidos (orangután, gorila y
chimpancé). La inclusión de este ejemplar en la línea evolutiva del
hombre ha generado cierta controversia; mientras unos opinan que sería
posterior a la separación de ambas familias, otros han defendido que se
trata simplemente de un antepasado del chimpancé.
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El
Gran Valle del rift, extendido desde Tanzania hasta el Mar Rojo y bien
conocido como cuna de la humanidad, ha suministrado uno de los registros
fósiles más completos que se conocen. De allí proceden los restos
hallados en las colinas de Tugen (Tugen Hills) cerca del lago Baringo al
noroeste de Nairobi en Kenia, pertenecientes a una media docena de
individuos datados entre 6,2 y 6 MA y descritos por
M.Pickford
y B.Senut
en 2001. El fósil más importante de esta especie es la parte superior de
un fémur cuya morfología indica que podía caminar sobre las extremidades
posteriores. De poco más de un metro de altura y adaptado a una vida
arbórea, ha sido bautizado como "Milenium Man" e incluido en una
nueva especie llamada
Orrorin
tugenensis. Esta especie muestra rasgos similares a los primeros
homínidos pero su entronque con la rama humana tampoco está muy claro.
Algunos autores consideran que es descendiente directo de ToumaЇ.
De menos de 6 MA de antigüedad se
conocen restos fósiles de posibles homínidos encontrados en las orillas
del lago Turkana correspondientes al grupo de los
Ardipithecus. Supuestos descendientes de
Orrorin
tugenensis, el conocido como
Ardipithecus kadabba,
con el nombre
familiar Kadabba, fue hallado en Etiopía en la región del Awash
por
Haile-Selassie
y sus colaboradores en 2001.
Se conocen restos fósiles pertenecientes a cinco individuos con una
antigüedad entre 5,8 y 5,2 MA.
Ardipithecus ramidus, descrito por Tim White en
1994, también fue encontrado en
Etiopía y posteriormente, en 2009, se halló un esqueleto parcial
femenino de la misma especie bautizado con el nombre familiar "Ardi".
De esta especie se conocen aproximadamente 100 restos fósiles.
Ardipithecus ramidus
vivió hace unos 4,4 MA. Con un cerebro de no más de 300
cc, una altura de 1,20 m y unos 50 kg de peso, era
arbóreo, aunque hay cierta evidencia de que pudo también
ser bípedo. Otros restos,
como el fragmento mandibular de Chemeron (mandíbula de
Tamarín), hallado en el lago Baringo (Kenia) o el
fragmento madibular de Lothagam (Kenia), datados entre
los 4,3 y 5,4 MA, no queda claro si pueden asignarse al
género Ardipithecus o a los primeros Australopithecus.
Existen indicios que podrían apuntar a un origen,
anterior o distinto al de África, de la rama evolutiva
de los homínidos descrita anteriormente. Un equipo de investigación liderado por
Per Ahlberg
de la Universidad de Uppsala (Suecia) descubrió, en
2017, huellas fósiles, también conocidas como
icnitas,
sobre un lecho arenoso en
Trachilos
(isla de Creta) datadas aproximadamente en 5,7 MA de
antigüedad (huellas
de la isla de Creta).
La presencia de estas huellas,
decididamente humanas, señala que algún homínido, pudo
haber abandonado África bastante antes de lo que hasta
ahora se pensaba. Este hallazgo puede dar lugar a serios
debates sobre el origen de la línea evolutiva de los
homínidos, sugiriendo que el ancestro común entre el
chimpancé y el hombre podría venir de Europa y no de
África, como hasta ahora se pensaba. Las huellas de
Creta, en general, muestran la impresión del talón del
pié, relativamente estrecho, y las marcas de una fuerte
pisada sobre la almohadilla de la articulación
metatarso-falángica del hallux, resultado del impulso al
dar el paso. Las señales del dedo gordo o hallux
paralelo a los otros dedos del pié es distintivo del pié
humano, una señal evidente de bipedalismo.
Según las interpretaciones de los autortes de este
estudio, estas icnitas podrían pertenecer a un primate
desconocido del Mioceno, un miembro basal que evolucionó
en paralelo con una anatomía del pie semejante a la
humana. No se conocen huellas de homínidos de aquella
época, como Sahelanthropus,
Orrorin y
Ardipithecus, pero lo
que sí parece cierto es que fósiles bastante completos
de Ardipithecus
muestran un pié simiesco por lo que no podrían estar en
la línea evolutiva de Homo,
ya que este supuesto primate de Creta sería anterior a
Ardipithecus. Otra
interpretación dada por los autores del estudio es que podría
tratarse de un ejemplo de "evolución
convergente" (p.ej, el caso de las alas de aves y
quirópteros), un fenómeno bastante familiar en estudios faunísticos y en el record de fósiles.
Hace 5-6 MA, la
región más occidental del Mediterráneo se desecó
quedando separada del océano Atlántico, un
acontecimiento conocido como crisis salina del
Messiniense. En esta época hubo un importante
intercambio faunístico entre África y el sur de Europa.
La isla de Creta aun no se había separado de Grecia por
lo que se ha supuesto que algunos de los primeros
homínidos podrían haber evolucionado y vivido
entre el sur de Europa y África caminando por lo
posteriormente serían las orillas del Mediterráneo. Se
sabe, además, que en esta época existió un archipiélago
volcánico en la zona del mar de Alborán, entre lo que
hoy es Melilla en África y el cabo de Gata en la provincia de
Almería, que sirvió de puente entre África y el sur de
la Península Ibérica, y que pudo favorecer la existencia
de migraciones de distintas especies animales, incluidos
algunos homínidos.
Un grupo de autores, liderados por
M. Böhme, de la Universidad de
Tubinga, y N.Spassov, de la academia
Búlgara de Ciencias, han planteado el hecho de que el fósil de mandíbula
encontrado cerca de Atenas en 1944, identificado como
Graecopithecus
freyberg, y bautizado como "El Greco", pudiera representar el
primer brote de nuestra rama evolutiva que vivió a finales del Mioceno
hace 7,24 MA. Este sería varios miles de años más antiguo que Toumaï
y, por tanto, el primer ancestro del hombre actual. "El Greco"
se ha considerado de la misma especie que
Ouranopithecus macedoniensis, otro homínido
pre-humano de unos 9,2 MA de antigüedad encontrado en
1989 por el equipo de
L. de Bonis
y colaboradores en el norte de Grecia. En cualquier
caso, y dada la escasez de restos fósiles de todos estos ejemplares,
resulta difícil decidir si Toumaï, Orrorin, Kadabba,
Ardi,
e incluso "El Greco", o alguno(s) de ellos ya caminaba(n) decididamente por la senda de la
humanidad o si pudieran ser mudos testigos de experimentos fallidos de
la evolución. Se ha de resaltar que aun faltan muchos detalles de la
rama evolutiva del hombre, sobre todo en estos
principios; todos estos restos son relativamente
escasos, fragmentarios e incompletos de los que resulta
dificil sacar interpretaciones sólidas que
aguanten el paso del tiempo pero que, desgraciadamente,
son aprovechadas por
la prensa vocinglera para aventar conclusiones sin
verdadero respaldo científico y que no hacen mas que
confundir al lector interesado en estas cuestiones.
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(Australopithecus y
Paranthropus) |
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