2- LA  EVOLUCIÓN  DEL  HOMBRE
Los primeros restos. Grupo Ardipithecus

 1- Introducción
 2- Los primeros restos. Grupo
Ardipithecus
 3- Australopithecus y Paranthropus
 
4- Género Homo

 

2- Los primeros restos. Grupo Ardipithecus.

                Está prácticamente confirmado que nuestros primeros antepasados surgieron en África. No es difícil suponer que, tal vez debido a alguna modificación genética, un remoto primate africano comenzó un lento proceso evolutivo que lo separó de la línea evolutiva del género Pan (cimpancé común y bonobos). Este suceso pudo haber tenido lugar hace unos 7 MA (millones de años) según datos basados en la técnica del reloj molecular, técnica con la que puede deducirse el tiempo pasado al comparar diferencias entre secuencias de DNA entre dos especies.

              En 2002 se dio a conocer un ejemplar de homínido, cuyos restos fósiles fueron encontrados por un equipo internacional de paleontólogos encabezado por Michel Brunet de la Universidad de Poitiers, en el norte de Chad, en África central, datados precisamente en 6-7 MA de antigüedad, retrasando hasta el Mioceno superior la edad del homínido más antiguo conocido hasta entonces. De este ejemplar se han descrito nueve especímenes que incluyen un cráneo, partes de una mandíbula y algunos dientes. La especie fue denominada Sahelanthropus tchadensis, recibiendo el nombre popular de ToumaЇ. Con una altura de poco más de un metro y un volumen craneal similar al del chimpancé, este Adán vivió, en lo que hoy es un ardiente desierto, a orillas de una gran lago en cuyas riberas había abundancia de bosques de galería y sabana pobladas por numerosas especies de animales. Si nos tropezásemos con él andando por la calle, pensaríamos que se trataría de un mono escapado de algún zoológico. No obstante, ciertos detalles, como la posición del foramen magnum y distinta morfología dentaria,  indican que ToumaЇ presenta rasgos que muestran claras diferencias con el resto de los otros monos de la familia de los homínidos (orangután, gorila y chimpancé). La inclusión de este ejemplar en la línea evolutiva del hombre ha generado cierta controversia; mientras unos opinan que sería posterior a la separación de ambas familias, otros han defendido que se trata simplemente de un antepasado del chimpancé.

                    El Gran Valle del rift, extendido desde Tanzania hasta el Mar Rojo y bien conocido como cuna de la humanidad, ha suministrado uno de los registros fósiles más completos que se conocen. De allí proceden los restos hallados en las colinas de Tugen (Tugen Hills) cerca del lago Baringo al noroeste de Nairobi en Kenia, pertenecientes a una media docena de individuos datados entre 6,2 y 6 MA y descritos por M.Pickford y B.Senut en 2001. El fósil más importante de esta especie es la parte superior de un fémur cuya morfología indica que podía caminar sobre las extremidades posteriores. De poco más de un metro de altura y adaptado a una vida arbórea, ha sido bautizado como "Milenium Man" e incluido en una nueva especie llamada Orrorin tugenensis. Esta especie muestra rasgos similares a los primeros homínidos pero su entronque con la rama humana tampoco está muy claro. Algunos autores consideran que es descendiente directo de ToumaЇ.
           
          De menos de 6 MA de antigüedad se conocen restos fósiles de posibles homínidos encontrados en las orillas del lago Turkana correspondientes al grupo de los Ardipithecus. Supuestos descendientes de Orrorin tugenensis, el conocido como Ardipithecus kadabba, con el nombre familiar Kadabba, fue hallado en Etiopía en la región del Awash por Haile-Selassie y sus colaboradores en 2001. Se conocen restos fósiles pertenecientes a cinco individuos con una antigüedad entre 5,8 y 5,2 MA. Ardipithecus ramidus, descrito por Tim White  en 1994, también fue encontrado en Etiopía y posteriormente, en 2009, se halló un esqueleto parcial femenino de la misma especie bautizado con el nombre familiar "Ardi". De esta especie se conocen aproximadamente 100 restos fósiles. Ardipithecus ramidus vivió hace unos 4,4 MA. Con un cerebro de no más de 300 cc, una altura de 1,20 m y unos 50 kg de peso, era arbóreo, aunque hay cierta evidencia de que pudo también ser bípedo. Otros restos, como el fragmento mandibular de Chemeron (mandíbula de Tamarín), hallado en el lago Baringo (Kenia) o el fragmento madibular de Lothagam (Kenia), datados entre los 4,3 y 5,4 MA, no queda claro si pueden asignarse al género Ardipithecus o a los primeros Australopithecus.

 

             Existen indicios que podrían apuntar a un origen, anterior o distinto al de África, de la rama evolutiva de los homínidos descrita anteriormente. Un equipo de investigación liderado por Per Ahlberg de la Universidad de Uppsala (Suecia) descubrió, en 2017, huellas fósiles, también conocidas como icnitas, sobre un lecho arenoso en Trachilos (isla de Creta) datadas aproximadamente en 5,7 MA de antigüedad (huellas de la isla de Creta). La presencia de estas huellas, decididamente humanas, señala que algún homínido, pudo haber abandonado África bastante antes de lo que hasta ahora se pensaba. Este hallazgo puede dar lugar a serios debates sobre el origen de la línea evolutiva de los homínidos, sugiriendo que el ancestro común entre el chimpancé y el hombre podría venir de Europa y no de África, como hasta ahora se pensaba. Las huellas de Creta, en general, muestran la impresión del talón del pié, relativamente estrecho, y las marcas de una fuerte pisada sobre la almohadilla de la articulación metatarso-falángica del hallux, resultado del impulso al dar el paso. Las señales del dedo gordo o hallux paralelo a los otros dedos del pié es distintivo del pié humano, una señal evidente de bipedalismo. Según las interpretaciones de los autortes de este estudio, estas icnitas podrían pertenecer a un primate desconocido del Mioceno, un miembro basal que evolucionó en paralelo con una anatomía del pie semejante a la humana. No se conocen huellas de homínidos de aquella época, como Sahelanthropus, Orrorin y Ardipithecus, pero lo que sí parece cierto es que fósiles bastante completos de Ardipithecus muestran un pié simiesco por lo que no podrían estar en la línea evolutiva de Homo, ya que este supuesto primate de Creta sería anterior a Ardipithecus. Otra interpretación dada por los autores del estudio es que podría tratarse de un ejemplo de "evolución convergente" (p.ej, el caso de las alas de aves y quirópteros), un fenómeno bastante familiar en estudios faunísticos y en el record de fósiles.

                  Hace 5-6 MA, la región más occidental del Mediterráneo se desecó quedando separada del océano Atlántico, un acontecimiento conocido como crisis salina del Messiniense. En esta época hubo un importante intercambio faunístico entre África y el sur de Europa. La isla de Creta aun no se había separado de Grecia por lo que se ha supuesto que algunos de los primeros homínidos  podrían haber evolucionado y vivido entre el sur de Europa y África caminando por lo posteriormente serían las orillas del Mediterráneo. Se sabe, además, que en esta época existió un archipiélago volcánico en la zona del mar de Alborán, entre lo que hoy es Melilla en África y el cabo de Gata en la provincia de Almería, que sirvió de puente entre África y el sur de la Península Ibérica, y que pudo favorecer la existencia de migraciones de distintas especies animales, incluidos algunos homínidos.

              Un grupo de autores, liderados por M. Böhme, de la Universidad de Tubinga, y N.Spassov, de la academia Búlgara de Ciencias, han planteado el hecho de que el fósil de mandíbula encontrado cerca de Atenas en 1944,  identificado como Graecopithecus freyberg, y bautizado como "El Greco", pudiera representar el primer brote de nuestra rama evolutiva que vivió a finales del Mioceno hace 7,24 MA. Este sería varios miles de años más antiguo que Toumaï  y, por tanto, el primer ancestro del hombre actual. "El Greco" se ha considerado de la misma especie que Ouranopithecus macedoniensis, otro homínido pre-humano de unos 9,2 MA de antigüedad encontrado en 1989 por el equipo de L. de Bonis y colaboradores en el norte de Grecia.   En cualquier caso, y dada la escasez de restos fósiles de todos estos ejemplares, resulta difícil decidir si Toumaï, Orrorin, Kadabba, Ardi, e incluso "El Greco", o alguno(s) de ellos ya caminaba(n) decididamente por la senda de la humanidad o si pudieran ser mudos testigos de experimentos fallidos de la evolución. Se ha de resaltar que aun faltan muchos detalles de la rama evolutiva del hombre, sobre todo en estos principios; todos estos restos son relativamente escasos, fragmentarios e incompletos de los que resulta dificil sacar  interpretaciones sólidas que aguanten el paso del tiempo pero que, desgraciadamente, son  aprovechadas por la prensa vocinglera para aventar conclusiones sin verdadero respaldo científico y que no hacen mas que confundir al lector interesado en estas cuestiones.

       


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